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Lima es una ciudad caótica. Incluso podría ser la protagonista de una canción de Gustavo Cerati: Es la ciudad de la furia. Sus habitantes viven expuestos a muchos peligros, no saben qué les espera en la siguiente esquina o callejón. Pandilleros, marcas, asaltantes, choros monses. Ante dicha amenaza, la policía no se da abasto y cual Chespirito los limeños nos preguntamos ¿Quién podrá defendernos?

La respuesta no se hizo esperar. La solución la trajo el diario Perú.21, importando desde las tierras del viejo y bigotudo ‘Tío Sam’ al vecino amigable de la gran manzana. Llegaba, con sus mallas rojas y azules, balanceándose con sus telarañas entre los edificios de la Av. Javier Prado, el hombre araña. No, corrijo. El sorprendente hombre araña.

¿Era necesario que un foráneo venga a salvarnos de la delincuencia? ¿Acaso no hay peruanos capaces de ponerse mallas de colores? Bueno al parecer hubo una reacción en cadena. De los suburbios salieron los defensores de etiqueta local. Con raíces ancestrales y curvas bien marcadas, ‘La Chola Power’ se convertía en la abanderada de los justicieros blanquirrojos.

Una pausa. ¿Qué hizo que el tabloide serio de la empresa ‘El Comercio’ apueste por el arácnido de Marvel? La ley de la oferta y la demanda. Según Hyeronimous Rodríguez, buscaba atraer un nuevo público, hacer que jóvenes adquieran su Perú.21 para leer algo distinto, y de paso a Fritz du Bois. Por tal motivo se adquiere el comic con un cupón, ubicado en la esquina superior izquierda el periódico.

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